Tú y yo, estábamos ahí,
antes incluso de que existiéramos tú y yo,
ya estábamos.
Y yo, una vez más, que sigo siendo yo sin ti,
he decidido hacer la guerra por mi cuenta y revelarme contra mi misma,
mis sentimientos, y las burdas promesas de que nadie me querrá como me quieres,
tú a mi.
Porque he decido hacerlo yo, por ti,
y dejar quizás que otros me quieran menos,
peor, o a lo loco, pero que no se disfracen de ti.
A ver si esta vez no apareces vestido de príncipe
y voy directa a la boca del lobo,
que no se duerme tan bien pero se disfruta mejor.
A ver si ahora,
que me he descubierto siendo vagabunda y no princesa,
a ver si va a ser, que me he descubierto a mi.
Y ahora que el cielo, es el cielo,
las rosas no son todas rojas,
y el aire ya no me huele a ti,
he decidido no apurar más las ganas,
desquitarme un poco,
y no más amores de invernadero, por favor,
que las cosas fáciles salen mejor.
Y es que tú y yo, siempre seremos tú y yo,
o es que fuimos tú y yo,
y ya no hay ni un tú, ni un yo,
y mucho menos un nosotros.
Y si mi yo se ha ido, espantado por tus quereres no queridos,
por la falta de sentido y enseñar los dientes como muestra de cariño.
Y tu tú, ya no se comunica con mi yo en el mismo sentido.
Ahora que puedo elegir, elijo esos tú que me brindan la oportunidad,
de ser mil yo.
Esplendida, completa e inmejorablemente,
yo.
Y es que joder, yo siempre he sido yo,
sin ti.
Totalmente yo.