sábado, 3 de diciembre de 2016

Y es que creo que no puedo más que amarte

Cuando el alma quiere llorar, 
pero el terco corazón quiere latir. 
No queda otra que marejar, resistir,
no podemos más que pensarnos,
no podemos más que añorarnos, 
amarnos a ratos y a escondidas, 
desconocerte en medio de la vida. 

No podemos más que besarnos, 
fugazmente y en sueños, 
no podemos más que lamentarnos, 
a quemarropa y entre sollozos, 
o al menos yo no puedo. 
Porque cuando el ansioso tiempo quiere correr, 
mi voz galopa hasta tus oídos,
y los pasos se entrecruzan con las miradas,
y los labios se pronuncian en nombre del amor,
porque cuando este es grande, 
las distancias siempre son pequeñas. 

Y es que cuando las manos se quieren tocar, 
se vuelve inevitable el encuentro, 
se vuelve casi realidad tu tacto, 
y en medio de la noche despierto, 
creyendo haberte tenido, 
sabiendo haberte soñado. 
Porque no queda otra que resguardarnos del frío, 
entre el calor de los besos infinitos, 
y las cenizas del pasado. 

Y todo esto sucede, solo, 
cuando mi pobre y terco corazón quiere latir,
y buscarte entre otros brazos.