jueves, 20 de octubre de 2016

Contigo aprendí

Contigo aprendí, que con la puerta abierta nadie se va,
que siempre existe una ventana,
una pisada que persigue al adiós,
un recuerdo y un olvido.

Contigo aprendí que la luna nunca esta llena del todo,
que no existe el silencio cuando dos almas se entienden,
sin palabras y sin miradas, sin caricias y sin versos.
Bueno, puede que quizás si que haya habido,
algún que otro verso.

Contigo aprendí que las lágrimas a veces,
no borran las heridas y que hay sal,
que no cicatriza, que hay abrazos que no curan,
que hay sonrisas que rompen a llorar.

Contigo aprendí, que hay besos que son poesía,
que las manos pueden tocar el cielo,
y que bajo mis pies hay un mar de dudas,
pero también un agujero que me lleva al infierno,
justo a tu lado, donde se escriben los mejores pecados.

Contigo aprendí, que hay cenizas que queman como el fuego,
aprendí, que uno puede querer sin poder,
y que la distancia, ni mucho menos hace el olvido,
pero si que rompe ilusiones.

Contigo aprendí, que no hace falta tener alas para volar,
ni hay un arma más certera para matar que las palabras,
contigo aprendí que el peor agravio es la mentira,
y que con solo una mirada puede cambiarte la vida.

Contigo aprendí que un día puede tener mil y una noches,
y que tal vez no hay relojes que se paren,
pero si besos que paran corazones.

Porque contigo aprendí que el amor tiene nombre de persona,
y que un verano puede ser eterno,
aunque el invierno se encargue de romperlo.

Contigo aprendí que la felicidad espera,
en cualquier otra parte.