sábado, 30 de marzo de 2013

Un pasado del que ya no recuerdo...



Antes de ti, no hubo nada.
Oscuridad, es todo lo que recuerdo.
Destellos, luces que de una forma arrogante no se quedan,
si no que se desvanecen,
llevándose con su fugacidad todo atisbo de mi esperanza.
Antes de ti, no hubo nada.
Nada más que girasoles ciegos,
petalos marchitos de rosas,
que ahora han vuelto conmigo.

¿Dónde estaba yo antes de que te interpusieras en mi camino?

Cuando llegaste tú, lo tuve todo.
Y fue tan dulce la fragancia de la felicidad corriendo por mis venas,
y fue tan eterna aquella sensación,
que ni el tiempo, ni el momento tenian permiso para despertarme de ese sueño.
Cuando llegaste tú, conocí el sol.
Iluminando mis cegados ojos, iluminando mi alma empañada por la lluvia,
cobrando sentido la vida, en mis manos.
Aquellos días de gloria, no son ahora más que lo rojizo del ocaso,
no son ahora más que el crepúsculo del amor.

Antes de ti yo no era,
apesar de que tú, ya lo eras todo antes de mi.
No cambiaria ni tan solo uno de mis pasos, ni de mis besos en tu espalda,
y tampoco los volvería a repetir.
Antes de ti no había recuerdo, y tampoco era feliz.

Cuando llegaste tú conocí el cielo,
y esa sensación sigue en mi.
Que triste haber tenido sobre mi cabeza la más hermosa de las nubes, y la más bella de todas las lunas,
que triste es ahora saber que te tuve, y que ya no volverás a mi.

Pueden que no vengan más días de gloria,
que el misterio de la vida se haya cebado conmigo,
empañándome el iris, sin saber mi devenir.
Puede que ahora que sueño contigo, vuelva tan solo en ese fugáz destello a ser feliz.

Antes de ti, no había nada.
Nada más que yo, sin ti.