miércoles, 3 de abril de 2013

Donde todo nace, perece

La distancia era al amor lo que el agua al fuego.

A veces nos quisimos, a veces más de la cuenta,
a veces nos herimos, a veces sin darnos cuenta.

En otros ojos se bañará ahora tu mirada felina, en cuantos ojos.
En cuántas bocas se habrán perdido ya mis labios, 
en cuántos bares habrás apostado ya mi alma.
Cuántas noches en vela se suman en esta madrugada,
donde el sol no se pone, pero tampoco llega el alba.

¿Qué eres?, además de bala en la palabra,
además de ceniza de este fuego, 
además de veneno en mis entrañas.
Tinta y borrones.

No es tanto lo que me dueles si no lo que te extraña,
esta vagabunda del "no fue", 
esta sirena sin mar, 
si para mi tu ahogo era la vida, dime, ¿la muerte que será?


Ni me caigo ni vuelvo a empezar, 
ni despierto ni paro de soñar,
hago recuento, ¿cuántas lágrimas en vano van ya?

La distancia era al amor lo que el agua al fuego.

En tus ojos puedo ver lo que un día no supe encontrar.
Como el fin a todos nos llega,
presente dejo aquí el final.
El rencor, o el amor, como nacen juntos
un día, también se van.