martes, 16 de abril de 2013

La esencia de la vida



Tiempo. O cicatriza o pasa lento.
Dónde el aliento se conjela, y el anhelo no es anhelo si no estás tú.
La rosa ya no es rosa, si el paso del tiempo la consume,
sus petalos, que ayer fueron suyos, de la vejez serán ahora.
Ni si quiera esa rosa es ya la rosa,
de su tallo su decadencia, su ternura se ha esfumado.
Solo la esencia.

Rojo carmín, rojo tormenta.
La ira repentina que tiñe ahora tus ojos no me desvela,
no me quita el sueño
si la rosa que deshojamos no es ya la rosa,
solo es como tú, solo eres esencia.
Por el camino su brillo a perdido,
igual que el tiempo no perdona,
yo tampoco olvido.

Pasa lento, igual que la arena se escapa de nuestras manos,
las piedras la hacen tropezar.
Se desliza, se escapa,
se hace fugaz por un instante y luego, se esfuma.
Igual que el tiempo, se escapa de entre las manos.
La ensencia perdura, no cede al olvido.

Dónde las olas no rompen, ni la ausencia tiene nombre,
dónde no repiquen los ecos del olvido.
La ensencia allí siempre será esencia,
quizá rosa en el camino.
Aquella rosa que no es ya la rosa,
quizás encontremos entonces los amaneceres que hemos perdido.

Mis ojos en otros ojos se marchitaran,
como los petalos de aquella rosa que arrancamos,
quizás en otro tallo florecerán, latentes huellas del pasado.
Dónde los pajaros no saben volar
ni aterrizan en este infierno,
su cielo es un buen sabor de boca para este nuestro desierto.

Dónde habita la esencia
allí seremos, por siempre, eternos.