viernes, 21 de junio de 2013

Entre las cenizas de lo eterno


No te deseo la muerte, a la que tú me has condenado.
Tampoco te deseo la agonía de no tener cerca tus labios,
no deseo que tu alma esté perdida, tan perdida, como lo está la mía,
buscando otros brazos.

No te deseo sentimiento tal, como lo es el arrepentimiento,
que ni una de las palabras que nuestros labios se han susurrado caiga en el olvido,
que no nos lamentemos por tantas, las miradas que nuestros ojos se han entrecruzado.
No te deseo el olvido, amor, al que tú me has condenado.

No volverá el verano a cubrirme con sus alas,
no volverá el invierno a hacer caer copos de nieve sobre la muerte.
La muerte ha venido a nuestro a amor, y lo ha vencido.
No volverán a recorrer mi piel desnuda tus sábanas,
ni a bañarme en tu saliva, volveré, que mis heridas cicatrizaba.

No volveré a amar, mi amor, porque tú todo te lo has llevado contigo,
la esperanza, se ha rendido.

Te deseo, amor, volverme a encontrar en tus pupilas, que sea yo, todo lo que miras.

Te deseo amor, la muerte.
Sabre encontrarte entre las cenizas, quizás con más suerte, 
sobrevivamos a la vida.