martes, 17 de junio de 2014

Cartas a la luna



Me vi a mi, 
entonces no vi nada.
Fue cuando te vi a ti, 
que me vi reflejada en tu mirada.
Allí, en ese instante, 
cobrando el color de tus pupilas,
se paró mi corazón, 
desarmando en un solo instante la vida.
Desterré a cualquier Adán
que me prometiera el paraíso.

Quería ser yo siempre esa, 
la que se hallaba en tu mirada.

Quería ser esa 
que no tiene nombre,
que no tiene ojos,
ver con el amor que le prestan los tuyos.
Quería ser una palabra en tu boca,
un beso en tus labios,
un sonrisa en tu rostro,
un deseo en tus manos, 
un sueño entre tus pesadillas,
quería ser tu luna.
Para vivir en tus pupilas. 

En uno de los cráteres de la luna,
haciéndoles muecas al corazón,
disparándole a la vida a quemarropa,
por desafiar a la razón.
Dónde estamos perdidos,
si la tierra de las promesas me ha desterrado,
y no encuentro el tren que me lleve al amor.
La felicidad se me queda grande,
y no tiene buen sabor.

Quería ser ese reflejo en tus pupilas,
siempre eterna y tuya.
Quería ser tu luna,
y que tu fueras mi sol.