La música atrapa mis pasos esta vez,
y hace bailar a mis pies,
y que el viento corra en busca de mi pelo,
y no al revés.
Palomas volando en circulo,
la aurora me ha hecho un guiño,
la felicidad me ha sonreído con disimulo,
y yo, en el centro del huracán.
Ser carne de cañón, esta vez, no está tan mal.
Se rompen mis huesos y mis quejidos,
y las cadenas no son más que un recuerdo,
de sal y alquitrán.
Mis demonios y sus alaridos,
se han olvidado de hacerme temblar.
Tu sonrisa ensordecía mis sollozos,
y mis disculpas hacían el muerto entre tus brazos.
Se ha fugado el tiempo a otra parte,
nos tiende la mano hacia el olvido, y yo,
sonriente y temerosa me juego hasta el último latido.
Mil dudas y un penique en el bolsillo,
iniciare esta huida,
este salto hacia el vacío.
Vivir, porque cada sílaba, tiene sentido.
Vivir, porque cada sílaba, tiene sentido.