martes, 5 de abril de 2016

Revelación nocturna

Sentada delante de una hoja en blanco, veo cada palabra, cada lágrima que derramamos en nombre del amor, o en nombre de cualquier lamento que se interpusiera en nuestro camino. Sentada, en frente del olvido, no puedo hacer otra cosa que maldecir al viento, que me arrastro lejos de tus ojos y cerca de la inconsciencia. Sentada delante del dolor, no hago otra cosa que tratar de cerrar tus heridas, que también son las mías, y aunque no lo entiendas, y aunque no lo creas, lo hago cada día. Sentada, tratando de fotografiarte con la misma luz que lo hice aquel día, tratando de almacenar todos mis recuerdos en una pequeña caja de cartón, junto a los problemas que no quisimos resolver, junto a las dudas que rompieron la ilusión, junto a las promesas sin cumplir, junto a los besos que te di, junto a los que te devolví, juntos a los que no te dí, justo al lado de tu corazón que fue mio, y justo al lado de todas y cada una de las noches que pasamos juntos, jurándonos que no sería la última.

Todas las cosas que ayer tuve, tus manos recorriendo mi cuerpo desnudo entre tus sábanas, tus ojos, que parecía que no habían mirado otros que los míos, que me hacían sentir lo más grande de tu mundo, única, inigualable, irrepetible, yo misma. Todos tus besos que eran míos, tus labios que guardaban mi sabor, tus pecados, que eran nuestros, y contábamos cada noche, guardábamos cada secreto. Las risas, el calor, las pisadas, los cuentos, las mentiras, la distancia, los retos, todo lo que compartimos. Todo lo que se ha esfumado.

Sentada esta noche, estrellada, como siempre, sola, como siempre. Suplicando a cualquier cosa que rija el destino, que te devuelva al lugar al que perteneces, que vuelvas a ser mio. Sentada delante de la noche, abrupta, ruidosa, incansable, trato de recordar que es lo que me hiciste, trato de recordar como me enamoraste, como si de alguna tonta manera pudiera revertirlo, como si pudiera deshacerme tuya, olvidarte. Sentada delante de la vida, tratando de explicarle que me he equivocado, tratando de convencerla de que no me he ido. Trato de inventar un manual del olvido, un hechizo, un conjuro, lo que sea, que te haga desaparecer de mis sueños, de mis pensamientos, de cada uno de mis días. Al mismo tiempo que rezo para que vuelvas, y quemar todas las cartas que te he escrito, todas estas palabras sin sentido, todas estas noches estrelladas.

Sentada frente a este folio en blanco, que una vez estuvo lleno de ti, de nosotros. Sentada frente a mi misma, tratando de explicarme, sin hablar de ti.